NOTA DE LA SEMANA

Me encuentro en la linea "D" del subterráneo, junto a mi sobrina, que está sentada arriba mio. Le convidamos galletitas a dos chiquitas que están sentadas a nuestra izquierda, junto a su madre. Lo raro fue que: una de ellas la come, y la otra, cruza la puerta del vagón, y se dirige al otro. Alcancé a ver que le preguntaba a los otros cuatro hermanitos, si alguno quería compartir la galletita con ella. Ellos tendrían todos entre 4 y 8 años, con un aspecto desaseado, con la ropita rota, descuidados, y quizás carentes de un hogar. Se podía ver que la madre, ni los estaba mirando.
Lo peor de todo es que eso
pasa en todo el país, pero en forma masiva. La pobreza que hay es extrema y hay
fuentes que hablan del 30% de la población. La vorágine nos permite olvidar ciertas
cosas, pero hasta ahí. No hace falta irse a una villa miseria para notar la extrema
situación de esa gente y de la manera en la que viven. Decimos que la única manera de lograr que la gente crezca, es dándole un trabajo formal, es decir, dignidad. Y decimos formal porque un plan gubernamental de trabajo no es un empleo productivo, y sin empleos productivos, no se pueden eliminar ni disimular las situaciones de pobreza.
Desde que el Gobierno actual
asumió en 2003, no hizo más que negar y hacer indiferencia todos los problemas
que hoy en día se tornan críticos, siendo ellos los que tomaron las políticas para
que se generen. Hoy se habla de las necesidades y de la pobreza, cuando, a esta altura, podríamos estar tranquilamente hablando de la colocación de un satélite argentino en el
espacio…
Pareciera más que prehistórico
que hoy en día, en Argentina, haya problemas graves de exclusión y pobreza.
Llama la atención que se gasten cientos y cientos de millones de pesos en Fútbol
para Todos y publicidad oficial (unos de los tantos ejemplos), cuando hay gente
pasando hambre en una estación de subterráneo o tren.
Las villas miserias,
originadas en la época de Duhalde (cuando la mitad del país era pobre), fueron
aumentando y, hoy en día, son un paisaje normal en lugares que en algún momento
fueron inaugurados con, quizás, otros objetivos. Un ejemplo claro, es la Autopista Illia (1995). Es espantoso transitarla, y ver cómo miles de personas
viven en condiciones realmente indignas e inhumanas. Y esa porque es la más
conocida, pero en la
Provincia de Buenos Aires el número de villas miserias aumentó
en forma sorprendente en los últimos años.
Mientras tanto, los inoperantes
dirigentes políticos que gobiernan la Argentina se siguen llenando los bolsillos y nadie les
dice nada. Consiguen votos a través del clientelismo y asistencialismo, y
perjudican a la clase trabajadora con todas las medidas posibles (inflación,
impuesto a las ganancias, etc.) para que estos no puedan ahorrar, y consuman lo
poco que ganan para que la economía siga “funcionando”; o al menos mientras
ellos estén en el Poder.
© Francisco Mallieri
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